Tenía más de diez años de no escribir un poema pero por alguna razón esta fue la única forma en la que pude decirlo:

He buscado en cada rincón de mi habitación, y aunque no dejé un gabinete sin abrir ni una hoja sin voltear, está claro que de aquí te fuiste.

Pasé por todos tus lugares favoritos: visité la escuela de tu primer beso y el puente por donde los sábados paseabas mientras esperabas la puesta de sol.

Recorrí la ruta de autobús por el Jardín de Versalles y acampé en los Fiordos de Noruega; pensé que podrías aparecer, pero nunca llegaste.

Por si preguntabas, empecé a escuchar a Mon Laferte hablando de amor completo, y me senté en el metro a reflexionar sobre la sombra del viento.

Regresé al teatro, caminé bajo la lluvia, deambulé por el mercado en donde comprabas las alubias que nunca me gustaron, y me senté a esperarte, pero hoy no llegaste.

Aprendí a vivir sin ti, mas no a extrañar tu presencia. Me siento como un barco que tiene que seguir navegando después de haber perdido su bandera.

Las estrellas brillan, pero no es lo mismo en tu ausencia. Aún no te conocí, y ya tengo una vida de recuerdos junto a ti.

No tardes en llegar, yo seguiré buscando. Ni los confines del mar podrán separarnos. Somos viento, somos tiempo, somos viejos amigos que volverán a verse.

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